Un revitalizador probado y comprobado es remojar sus pies en una vasija de agua caliente que contenga de 1 a 2 cucharadas de sal de Epsom.  Enjuáguese con agua limpia y fresca, séquese los pies a golpecitos y masajé hasta hacer penetrar un gel o crema humectante.

Algo realmente agradable es hacer que alguien masajeé sus pies con aceite para bebés. Si no puede encontrar un compañero dispuesto a compartir esta acción, tome el asunto en sus manos. Ya sea antes o durante el enjuague, dé un buen masaje a sus pies. Recórralos integralmente, oprimiendo sus dedos con gentileza y luego haciendo un movimiento circular con presión en toda la planta del pie. Un movimiento realmente eficaz es deslizar su pulgar con la mayor fuerza posible por el arco del pie.

·  Si siente sus pies tensos y acalambrados en cualquier momento durante el día, deles una buena sacudida, como lo haría con sus manos si las sintiera acalambradas. Concéntrese en un pie a la vez, y luego relaje y flexione sus dedos arribay abajo.

·  Si es necesario que permanezca de pie durante largos periodos, camine en susitio siempre que pueda. Cambie continuamente su postura y ocasionalmente trate de descansar uno de los pies sobre un banquillo o un escalón. De ser posible, párese sobre una alfombra o una estera esponjosa o acojinada

·  Para aliviar la rigidez, quítese los zapatos, siéntese en una silla y estire sus pies. Haga círculos con ambos pies desde los tobillos 10 veces en cada sentido, luego 10 veces en el sentido contrario. Apunte los dedos de sus pies lo más abajo posible, luego dóblelos lo más alto posible. Repita el ejercicio 10 veces. Ahora tome sus dedos y jálelos suavemente hacia atrás y adelante.

·  Para lograr un agradable minimasaje, quítese los zapatos y ruede cada pie sobre una bola de golf, de tenis o un rodillo de cocina durante uno a dos minutos.