La historia está plagada de descubrimientos accidentales y la medicina no es precisamente la excepción, sino que es en este terreno donde más aportes se han logrado de manera circunstancial.

El descubrimiento accidental más popular, sin duda, es la penicilina, pues fue en 1928 cuando el científico Alexander Fleming investigaba sobre la gripe y se dio cuenta que un moho verdoso había contaminado parte de su material matando por completo a la bacteria que provoca esta enfermedad, lo que ha sido un gran avance para la medicina.

Evitar el dolor mientras se hace un procedimiento médico también surgió de manera accidental, pues en 1884, durante un espectáculo en Nueva York, donde se estaba usando un gas conocido como N2O o gas hilarante, se desarrolló una pelea en la que uno de los participantes sufrió una herida en la pierna, sin embargo, esta persona aseguró no sentir nada, por lo que el odontólogo Horace Wells aprovechó para hacer una investigación al respecto descubriendo así la anestesia.

La disfunción eréctil también encontró su cura de manera accidental, pues mientras se hacía una investigación para el tratamiento de angina de pecho, el médico Merthyr Tydfil, descubrió que entre los efectos secundarios de su medicamento, el viagra, estaba el aumento del deseo sexual y la irrigación sanguínea al pene, lo que provocaba erecciones en hombres de edad avanzada. Esta cura se hizo inmensamente popular.

Si bien los Rayos X no son una cura como tal sí son muy útiles en el plano médico y mientras varios científicos experimentaban con la emisión de rayos penetrantes sobre un objeto metálico se descubrió que se podían ver los huesos, lo cual ha sido de gran utilidad para la humanidad.